Colonia, 9 de marzo de 2010.
 
Sr. Presidente de la
Junta Departamental de Colonia
EDGAR COLLAZO
Presente.
 
De nuestra consideración:
Los abajo firmantes, integrantes de la Comisión de Cultura, Deportes y Juventud, de acuerdo a lo requerido por este Cuerpo y habiendo consultado al Edil proponente, presentan el Proyecto de Decreto, exposición de motivos y plano de ubicación, que se adjuntan, tendiente a designar con los nombres de Felisberto Hernández, Eduardo Mateo y Juan Carlos Onetti a tres calles innominadas de esta ciudad.
Sin otro particular, saludan atentamente, RUBEN MARTÍNEZ, SERGIO PULERO, Prof. JOSÉ L. GONZÁLEZ, HUMBERTO BIQ, ENZO VIDAL, MIGUEL DÍAZ.
 
 
Exposición de Motivos
 
 
FELISBERTO HERNÁNDEZ
BIOGRAFÍA:
Nació en Montevideo el 20 de octubre de 1902. Fue el mayor de los cuatro hijos del matrimonio de Prudencio Hernández y Juana Silva. Pianista y escritor. Realizó numerosas giras presentando conciertos por el interior del país y de la Argentina. Fue compositor, destacándose entre sus obras: Canción de Cuna, Primavera, Negros, Marcha Fúnebre, Crepúsculo. Se casó en 1925 con la maestra María Isabel Guerra. Al año siguiente nació en Maldonado su primera hija, Mabel. En 1935 se divorció de María Isabel Guerra y en 1937 se casó con la pintora Amalia Nieto; su segunda hija, Ana María, nació en 1938. Hacia 1940 abandonó definitivamente su carrera de pianista y se dedicó a la literatura. En 1943 se separó de Amalia Nieto. Se casó con la española María Luisa de las Heras, de la que se separó en 1950. En 1954 se casó con la pedagoga Reina Reyes, de la que se separó en 1958. En 1960 comienza su noviazgo con María Dolores Roselló. Murió el 13 de enero de 1964.
OBRAS:
En 1925 publicó su primer libro, “Fulano de Tal”. Libro sin Tapas apareció en 1929, La cara de Ana en 1930 y La envenenada en 1931. Su interés por la filosofía, la psicología y el arte, lo llevó a integrar el círculo de amigos al que pertenecían Vaz Ferreira, Alfredo y Esther Cáceres y Joaquín Torres García, entre otros.
En 1942 publicó “Por los tiempos de Clemente Colling” y en 1943 “El caballo perdido”, obteniendo un premio del Ministerio de Instrucción Pública. En 1946 viajó a París con una beca del gobierno francés. La Editorial Sudamericana publicó en 1947, “Nadie encendía las lámparas”. A fines de ese año, su mentor y amigo, Jules Supervielle, lo presentó en el Pen Club de París y en el anfiteatro Richelieu de La Sorbonne. Apareció en La Licorne la primera traducción al francés del cuento “El balcón”. En 1948 regresó a Montevideo. En Escritura apareció por primera vez “Las Hortensias” en 1949, publicada en 1950 por Editorial Lumen. En 1955 publicó su “manifiesto estético”: Explicación falsa de mis cuentos en La Licorne. Ingresó de taquígrafo en la Imprenta Nacional; él mismo había inventado un sistema taquigráfico en el que copió algunos de sus cuentos y el cual aún no ha podido ser descifrado. En 1960 publicó “La casa inundada”. En 1962 salió la primera edición de “El cocodrilo”, reeditada en 1963, y póstumamente, en 1964, “Tierras de la memoria”.
Su obra es el resultado de una extraña y fascinante mezcla de realidad y de sueño, de observación irónica y de fantasía poética.
 
EDUARDO MATEO
BIOGRAFÍA:
ÁNGEL EDUARDO MATEO LÓPEZ nació en Montevideo el 19 de setiembre de 1940, en una familia de condición muy modesta, entre cuyos miembros hubo varios vinculados al carnaval y a la música popular. Hasta su nombre tiene que ver con la música: su madre, empleada doméstica en lo del compositor Eduardo Fabini lo llamó como él, soñando con que algún día tocaría el piano y el violín como don Eduardo. No hubo piano ni violín en la infancia de Mateo, pero en el barrio donde se crió, en los alrededores del Hospital Fermín Ferreira (donde hoy está el shopping del Buceo), salía con las murgas de chiquitines y mostraba su precocidad rítmica con el redoblante.
Tenía 17 años cuando consiguió un cavaquinho y armó su primer conjunto en el molde de los Demonios da Garoa, que por entonces hacía furor en Brasil. En 1959 nació El Bando de Orfeo, como resultado del entusiasmo de aquellos muchachos por la música de Vinicius de Moraes que habían escuchado en Orfeo Negro, la película de Marcel Camus. Pero el impacto más fuerte fue el encuentro con Joao Gilberto y la “bossa nova”. La renovación armónica de Gilberto, su modo de utilizar la guitarra y de manejar una voz que apenas susurraba, le dieron impulso para componer sus primeras canciones y convertirse en un guitarrista que ya llamaba la atención en los locales nocturnos por su swing endiablado. Sólo faltaban los Beatles para que la mezcla básica sobre la que se sustentó la renovación creativa de Mateo estuviera pronta. Y los Beatles llegaron para Mateo en 1964, y bajo su impacto se armó el conjunto Los Malditos que hacía los temas de los muchachos de Liverpool con arreglos bossanovísticos y armonías diferentes debidas a Mateo.
Después vendría su entusiasmo por Debussy y un empuje creativo que pudo apreciarse en los Conciertos Beat que se organizaron entre 1966 y 1968 en el Solís y el Odeón, donde se cantaron las primeras composiciones de Mateo. Allí participó gente como Diane Denoir, Rada, Dino y el propio Mateo en trío con Lagarde y Galetti, y con The Knight, nueva etapa de Los Malditos.
El encuentro con Ruben Rada y la formación de El Kinto intensifican otro ingrediente fundamental en la fusión musical de Mateo; su interés por la música afro-uruguaya y la creación de un genero nuevo, el candombe-beat, con tambores y tumbadoras. El Kinto (Rada, Mateo, Urbano Moraes, Luis Sosa, Lagarde, Walter Cambón, más tarde Chichito Cabral) tocaba en la boite Orfeo Negro, probaba todos los estilos musicales, y según se dice, fue el primer conjunto en el Uruguay que hizo música beat en castellano.
Con Horacio Buscaglia, Mateo comparte el deslumbramiento por el Sgt. Pepper de los Beatles, por la música hindú, Ravi Shankar, la música africana, Piazzolla. Entre los dos componen decenas de canciones y una serie para un disco que nunca llegó a grabarse, aunque incluía temas emblemáticos como “El Príncipe Azul”. En esos años de finales de los sesenta, a través de Federico García Vigil, toca en espectáculos de teatro de El Galpón como Libertad, Libertad, Sin ton ni son, Fuenteovejuna y en otros de Club de Teatro, con Buscaglia.
El auge de El Kinto se produjo con las Musicaciones, espectáculos vanguardistas de poesía y música que se hicieron en El Galpón durante 1969 con la participación de toda la gente del entorno de Mateo y que desplegaban una creatividad deslumbrante.
Sin embargo El Kinto se disolvió sin haber editado nunca un disco. Admirado por un público limitado, que lo convirtió en objeto de culto, fue para muchos (Jaime Roos, los Fattoruso, Cabrera, Pippo) un eslabón imprescindible en la conformación de un estilo propio en la música popular montevideana. Lo único que queda en grabación es una recopilación que en 1971 hizo Carlos Píriz, con el nombre Musicación 4 1/2 con material de archivo.
La bohemia incurable de Mateo, su falta de toda ambición que no fuera la de la música, influyeron para que su paso por aquellos años no tuviera la repercusión pública que merecía. Su disco Mateo solo bien se lame (1972) fue lanzado en un momento en que iniciaba su declive personal. Recién en 1979 se editó Mateo & Trasante, en colaboración con Jorge Trasante. Enganchado con la droga, sus últimos tiempos lo vieron trabajando en distintos lugares nocturnos en forma irregular, ofreciendo algún recital (en el Anglo, en el Notariado, en La Candela), pero sufriendo un aislamiento que se acentuó por su conducta errática, su costumbre de “pechar” a todo el mundo (con cierto humor se definía como “méndigo”, con acento en la e). El vínculo con el conjunto Travesía (Estela Magnone, Mariana Ingold, y Mayra Hugo) para el que compone algunos temas, con Jaime Roos, con Fernando Cabrera, permite un renacimiento de Mateo ya en la década de los ochenta. Había grabado como solista Cuerpo y alma en 1984 (considerado por muchos como su mejor disco), y en colaboración con Roos, la gente de Travesía, Alberto Magnone y otros músicos organizó La Máquina del Tiempo en el Anglo, un espectáculo considerado legendario, que tuvo dos versiones posteriores y que daría origen a la casete Mateo/Mal tiempo sobre Alchemia (1987).
En ese mismo año grabaría con Fernando Cabrera el disco Mateo & Cabrera y con Ruben Rada Botija de mi país. Era un momento de estabilidad afectiva y familiar que no duraría mucho. En 1988 hace un espectáculo con Leo Maslíah en Centrocine con gran éxito de público y participa en el colectivo Solistas, también en Centrocine Con Hugo Jasa graba su último disco La Máquina del tiempo/La Mosca (1990). Detenido en más de una ocasión por consumo de drogas, su salud se quebranta cada día más. Internado en el Hospital de Clínicas con un diagnóstico de cáncer, murió el 16 de mayo de 1990. Jaime Roos dijo alguna vez: “Pero en Uruguay todavía no se dieron cuenta de lo que es Mateo. La gran anomalía, no solo a nivel uruguayo sino a nivel mundial. Es un genio. En Uruguay habría que darle la medalla de honor a Mateo, si fuera como en Inglaterra la medalla a no sé qué: se la dieron a los Beatles por servicios prestados a la nación”.
DISCOGRAFÍA:
Solista
Mateo sólo bien se lame (1972)
Cuerpo y alma (1984)
La Máquina del Tiempo presenta a: Mateo / Mal tiempo sobre Alchemia (1er. viaje) (1987)
La Máquina del Tiempo / La mosca (1989)
En colaboración
Circa 1968 (1968) (con El Kinto)
Musicación 4 1/2 (Compilado en1971) (con El Kinto)
Mateo y Trasante (1976) (con Jorge Trasante)
Mateo y Cabrera (1987) (grabado en vivo con Fernando Cabrera)
Botija de mi país (1987) (con Ruben Rada)
Teatro de Verano en vivo (1989) (grabado en vivo en recital integrado por Hugo y Osvaldo Fattoruso, Urbano Moraes, Juan Gadea y Roberto Galletti)
Recopilaciones
Mateo Clásico Vol. 1 (1994)
Mateo Clásico Vol. 2 (1995)
El Tartamudo (2000) (incluye temas inéditos hasta el momento)
Reediciones
El Kinto Clásico (SONDOR,1998), (reeditada con la supervisión de Jaime Roos). Mateo participó en todas las grabaciones de El Kinto.
Mateo sólo bien se lame (2006) Edición limitada, remasterizada y con nuevo arte interno.
 
 
JUAN CARLOS ONETTI
BIOGRAFÍA:
(Montevideo, 1908 – Madrid, 1994) Novelista uruguayo, considerado no sólo el escritor más importante que ha dado la literatura de su país, sino uno de los máximos creadores de la narrativa en lengua castellana del siglo XX.
Hijo segundo de un funcionario de aduanas descendiente de emigrados irlandeses (ONetty, parece haber sido el apellido original) y de una brasileña que pertenecía a una familia de hacendados gauchos, desertó de los estudios de derecho a mitad de la carrera, y desde la temprana adolescencia frecuentó las redacciones de periódicos y revistas de ambas márgenes del Río de la Plata, viviendo alternativamente en Montevideo y Buenos Aires, ciudad esta última en la que se instaló por primera vez, y ya independiente de los suyos, cuando sólo contaba veinte años.
Secretario de redacción del mítico semanario Marcha, donde firmaba sus críticas y colaboraciones con el popular seudónimo de Periquito el Aguador, asiduo del diario La Prensa y de la revista Vea y Lea, y encargado posteriormente de la sucursal rioplatense de la agencia Reuter, vivió un cuarto de siglo entre ambas capitales, de cuya síntesis surgiría la fantasmal Santa María donde transcurren sus principales ficciones (y algo más tarde Lavanda, resumen o boceto de la Banda Oriental).
Afincado en Montevideo, entre 1955 y 1975 fue director de bibliotecas municipales del distrito montevideano y luego integrante de la junta directiva de la Comedia Nacional, hasta que en el último de los citados años fue acusado de actividades subversivas por la dictadura que gobernaba su país, y eligió el exilio madrileño que ya no abandonaría hasta su muerte. En Uruguay había obtenido el Premio Nacional de Literatura, en 1962, y en España se le concedió el Cervantes, en 1980, y un año antes el de la Crítica por Dejemos hablar al viento, votado por los especialistas en forma unánime como el mejor libro de habla española publicado durante 1979
Después de sus primeros relatos (ganó un concurso del género, convocado por el diario La Prensa, de Buenos Aires, en 1934) se inició en la novela con El pozo (1939), que los críticos han considerado el más claro antecedente hispánico de la llamada literatura existencialista, difundida por Sartre y Camus, que dominaría como tendencia, durante el decenio siguiente, la narrativa occidental. Tras ella escribió Tiempo de abrazar (1940), Tierra de nadie (1941), Para esta noche (1943), Los adioses (1954) y Para una tumba sin nombre (1959), además de las sucesivas colecciones de cuentos Un sueño realizado (1951), La cara de la desgracia (1960), El infierno tan temido (1962) y Tan triste como ella (1963).
Pero el pasaje a la madurez y la absoluta autonomía de una obra que aportaba no sólo un lenguaje inédito en la narrativa hispánica, sino un universo conjetural por el que los personajes y las secuencias transitaban de un libro a otro, enriqueciendo en forma creciente el conjunto, se produjo con la escritura de La vida breve (1950), su primera obra maestra, que tendría posterior continuidad en otros dos títulos igualmente magistrales: El astillero (1961) y Juntacadáveres (1967), que constituyen la llamada “trilogía de Santa María”, por transcurrir las tres novelas en la misma ciudad imaginaria, y ser habitadas por los mismos personajes que se van cediendo el protagonismo de las páginas de una a las de las otras, sin dejar por ello de ser cada una de ellas obras cerradas y autosuficientes en sí mismas.
Los temas y la atmósfera que van configurando la producción de Onetti son comunes y sórdidos: la soledad, la prostitución, la rutina, el dinero. La vida breve (entre las mencionadas) es por su exasperado realismo una auténtica obra maestra: relata el desdoblamiento de un ser tímido y sin aliento, José María Braussen, que se inventa otro yo, José María Arce, personaje violento que planea un crimen. En ella se da la fundación de Santa María, una ciudad mítica y ficticia (como Macondo de García Márquez y Comala de Rulfo), de indeterminado emplazamiento rioplatense, escenario de todo el ciclo narrativo.
El astillero y Juntacadáveres se centran en la historia del personaje Junta Larsen. La última, aunque escrita posteriormente, se refiere a hechos anteriores de Larsen, cuando éste proyecta organizar científicamente un burdel en la hipócrita sociedad de Santa María. En El astillero (su título más celebrado) relata el delirio y la derrota del personaje, enredado en la reorganización del astillero de un tal Petrus y en la seducción de la hija de éste.
Ya en el exilio español, Onetti agregó todavía un estremecedor epílogo a la serie con las densas páginas de Dejemos hablar al viento (1979), una suerte de Apocalipsis de la ciudad imaginada y de sus reiterados habitantes; trata también sobre un personaje de imprecisa identidad, Medina, que ejercita sucesivamente la medicina y la pintura (bajo la protección de una prostituta) y, de regreso a Santa María, actúa como comisario, sumido en una total degradación física y moral.
El ciclo se completó con dos títulos que recuperan historias ocurridas en la vecina Lavanda o en el deteriorado y postrero refugio de Monte (los dos igualmente imaginarios), y cierran con espléndida contundencia la propuesta narrativa del autor uruguayo: Cuando entonces (1987) y ese testamento de la ficción onettiana que publicó un año antes de morir y tituló Cuando ya no importe (1993).
Convencido desde sus inicios del radical epigonismo de la literatura hispanoamericana, y contrario a la tendencia grandilocuente y retórica en los autores del continente desde los años de las guerras independentistas, que se había visto favorecida por las sucesivas influencias de románticos y modernistas, Onetti se planteó para sí mismo una escritura lacónica, que unida a su temperamento escéptico y desencantado produjo un estilo que no tiene antecedentes y que abrió una vía tan fructífera como inédita antes de él en la narrativa en lengua española.
OBRAS:
FILMOGRAFÍA:
 
DECRETO Nº 008/2011
 
LA JUNTA DEPARTAMENTAL DE COLONIA
DECRETA:
 
Artículo 1º.- Designar con los nombres que se detallan a las siguientes calles innominadas de la ciudad de Colonia: Eduardo Mateo a la vía que nace en la Avda. Mihanovich, finaliza en Eloy Perazza y pasa entre las manzanas 240 y 243; Juan Carlos Onetti a la vía que comienza en la circunvalación de la Plaza de Toros del Real de San Carlos, finaliza en Eloy Perazza y pasa por las manzanas 244 y 247; y Felisberto Hernández a la vía que comienza en la circunvalación de la Plaza de Toros del Real de San Carlos, finaliza en Eloy Perazza y pasa por las manzanas 255 y 247.
Artículo 2º. Dar cuenta, e insertar en el Registro Informático de la Junta Departamental.
 
Sala de Sesiones de la Junta Departamental de Colonia a los veinticinco días del mes de febrero de dos mil once.
 
 
Dr. ROBERTO CALVO, Presidente.
 
ESTELA BADÍN, Pro Secretaria.
 

download Decreto oficial (PDF)
Publicado Diario Oficial Nº 28.191 de 24/03/2011