Municipio de Carmelo
Intendencia de Colonia
Sr. Presidente de la Junta Departamental de Colonia
Alfredo Álvarez
De mi mayor consideración solicito por intermedio suyo al Cuerpo Comunal, habiendo transcurrido ya un año del fallecimiento (13 de noviembre del año 2010) del Ingeniero Químico Industrial Sr. Dante Irurtia.
Es deseo de este Municipio, se denomine al tramo que se adjunta, espacio de camino comprendido desde continuación Avenida Paraguay y Casimiro de La Fuente hasta la entrada de Ruta 97 Víboras ex Antel Vieja.
Este Cuerpo Municipal, entiende que existen sobradas razones para que se tome en cuenta y se lleve adelante a la brevedad posible dicha solicitud que no hace más que reconocer y enaltecer a una persona que brindó su vida al trabajo y al servicio de la Comunidad Carmelitana.
Se adjunta para mayor información Historia de su vida e Historial de la Bodega que lleva su nombre.
Sin más saludamos a Ud. y al Cuerpo muy atte., quedando a disposición por cualquier consulta o información que se necesite. ALEJANDRO BRUSCO, Alcalde de Carmelo.
Dante Irurtia.
19 de Octubre de 1928 – 13 de Noviembre de 2010
Historia
Nace en la ciudad de Carmelo, el 19 de Octubre de 1928, en un pequeño rancho de adobe ubicado a metros de la bodega familiar de Don Lorenzo Irurtia, su abuelo. Fue el primogénito del matrimonio conformado por Antonio Irurtia y Josefa Franggi. Su infancia transcurrió entre trabajo para ayudar a su familia y estudios en la finca de Polancos donde se ubicó la explotación de Don Antonio, su padre.
Desde muy pequeño, su personalidad emprendedora se destacaba. Tanto que, cuando termina sus estudios secundarios decide ir a Montevideo a estudiar Ingeniería Química. A comienzos de los años 50, toma un impasse en su carrera y decide estudiar enología y volver a Carmelo. En 1953, en acuerdo con sus padres y tíos, toma la dirección de la pequeña empresa familiar, y aprovechando esos años de apogeo económico de Uruguay, comienza a innovar en cuanto a vides y vinificación se refiere. En 1958 se casa con Estela González, una joven de la zona, con quien tiene 5 hijos: Liliana (1959), Carlos (1962), Ma. NoeI (1969), Silvia (1974) y Marcelo (1977). Luego de formar su familia, y mientras sus hijos mayores eran pequeños, sigue estudiando sin cesar, hasta recibirse de Ingeniero Químico Industrial. Visionario e innovador de la viticultura nacional, comenzó a viajar por el mundo junto con otros bodegueros como Faraut, Passadore y Carrau, para importar la mejor tecnología de países europeos. Por entonces eran muchos los que decían que estaba “loco” porque traía aquellas plantas europeas de selección clonal. Eran tiempos cuando la palabra “reconversión” todavía no existía y exportar vinos era una quimera. También fue pionero de los viñedos en Lyra, creados por el enólogo y ecofisiólogo Alain Carbonneau. En los últimos años de la década de 1970, los más encumbrados técnicos europeos decían que “los mejores viñedos de Francia estaban en Carmelo”.
Tuvo una larga trayectoria como Rotario y en un sin número de instituciones sociales y deportivas de Carmelo y su zona. Fue electo senador de la república por el Partido Colorado en los años 1989 y 1994 por el sublema Cruzada 94.
En 1988 recibió la Orden al Mérito Agrícola del gobierno francés, por su aporte a la innovación de las técnicas de elaboración vitivinícola. Fue de los primeros en implantar los cepages, en la selección de los sitios para implantar viñedos, en los sistemas de conducción para el mejor aprovechamiento de la luz solar y mejor aireación del follaje y los racimos, en la utilización de porta injertos. Dante Irurtia participó en los grupos CREA, en el Centro de Bodegueros, en la elaboración del proyecto de ley que creó al INAVI, en la formación de varias cámaras
exportadoras. El reconocido vitivinicultor ha recibido premios en todo el mundo, desde la primera medalla de oro que sus vinos consiguieron en Sofía, la capital de Bulgaria, en un lejano 1966. Para el líder de la moderna vitivinicultura uruguaya, lo más importante nunca fue la próxima cosecha, ni los próximos vinos. Siempre mira más allá. Como su abuelo, el persistente vasco Lorenzo, soñando con las futuras cepas que plantará en los próximos decenios.
Bodega Dante Irurtia
Un romance genéticamente concebido
Publicado en el diario El Observador de Montevideo (serie Bodegas del Uruguay)
Desde 1741 los jesuitas fueron precursores de la agroindustria oriental, en su milagrosa estancia De las Vacas, ubicada a pocos kilómetros del actual Carmelo. A “500 brazas del caserío” tenían 1500 cepas europeas de vid, que cuidaron con religioso esmero. Un siglo y medio después, desde el pueblo guipuzcoano de Irun —así con un poderoso acento en la u, pero sin tilde, como manda el euskera inmemorial— llegó un inmigrante “de profesión labrador “, que allí descubrió el vientre ideal para sus frutos. En 1913, el vasco Lorenzo Irurtia obtuvo la primera vendimia. Sus colores, aromas y sabores cumplen 95 años, como un sueño hecho realidad. Dante, su nieto, los transformó en un “establecimiento ejemplar de la vitivinicultura mundial “.
Hernando Arias de Saavedra cruzó a esta Banda Oriental del río Uruguay, en 1611, con las primeras reses de ganado. La intuitiva certeza de Hernandarias, el célebre gobernador de Asunción, le permitió encontrar un suelo óptimo para la producción de alimentos, y una ruta de colonizadores que pronto comenzaron a llegar, pese a la ausencia de oro, plata y otros metales. A esta “tierra sin mayor provecho” —descripta por el capitán Blas de Zapata al rey Felipe V, en carta de 1715— arribaron los jesuitas, laboriosos soldados del también guipuzcoano San Ignacio de Loyola. En la mayor avanzada civilizadora de su tiempo crearon la estancia De las Vacas. Una interminable superficie de 42 leguas cuadradas, delimitada por el río San Juan, el naciente estuario del Plata hasta más allá del Cerro de las Armas y el arroyo que le entregaba su nombre.
Uno de sus más recordados administradores fue Juan de San Martín, quien compartió el noble casco con su esposa, Gregoria Matorras. Allí nacieron los tres hermanos mayores de un notable héroe sudamericano, el Libertador José de San Martín, correntino de Yapeyú, pero casi uruguayo. Don Juan dejó un detallado inventario, antes de su regreso a la Argentina, en el que certificaba que la hacienda tenía dos centenares de personas, más de 30.000 cabezas de ganado, innumerables ranchos para indios peones y negros esclavos, una dulcería y quesería, una fábrica de ladrillos y tejas, dos hornos de cal —que producían para a Montevideo y Buenos Aires— y una extensa variedad de frutales. También dejaba constancia de las 1.500 plantas de vid y de todos los implementos y herramientas para la elaboración de vinos.
El 12 de febrero de 1816, fue el general José Gervasio Artigas, líder de la Provincia Oriental, quien desde la utópica Purificación ordenó el traslado del poblado de Víboras, radicado desde 1758 en “una zona inhóspita y cenagosa”, hacia la desembocadura del arroyo De las Vacas. Fue el génesis de Carmelo, la única ciudad todavía existente, fundada por el Protector de los Pueblos Libres. Quedan documentos del “Pueblo del Carmelo”, que en 1826 explicaban cómo el nombre surgió por la devoción de Artigas y de los primeros vecinos, por la Virgen del Carmen que hacía sus apariciones en el palestino Monte Carmelo. Una imagen singular, también venerada en el templo coloniense, de la que se cuentan leyendas sobre sus huidas. Al parecer, la virgen atravesaba los campos de noche para llegar a la vieja capilla de la estancia De las Vacas, pero, siempre retornaba con las primeras luces del alba. Los fieles estaban tan convencidos del milagro, que citaban como prueba de esas excursiones, la humedad de su vestido, a causa del rocío, y hasta los abrojos y flechillas del camino, adheridos al manto.
Otra entrañable relato evoca un episodio de 1832, cuando se decretó una ley de amnistía y libertad de presos. “En pocas horas una banda de cuatreros liberados se agenció unos vacunos de vecinos de la zona y cierto ex convicto piromaníaco, arrancó la puerta de su propia celda e improvisó una parrillada”, según crónica del episodio. Más de dos siglos después de Hernandarias, en el mismo lugar donde había nacido la ganadería, nacía también la mejor forma de comer carne: asada a la parrilla.
A esa tierra de historias, mitos y leyendas, arribaba por esos mismos años, un inmigrante pobre en bienes, rico en esperanzas. Lorenzo Irurtia había nacido en Irun, la triple frontera que une al porfiado territorio de Euskadi, el País Vasco, con Francia y Navarra. La segunda ciudad de la provincia de Guipúzcoa —tras la capital Donostia San Sebastián— fue fundada por conquistadores romanos que la llamaron Easo, como un estratégico puerto sobre el río Bidasoa. Por allí sacaban el mineral explotado en Peñas de Aya, una región tan apreciada por el imperio como Burdeos o Londres.
El carácter heroico de los irundarras fue decisivo en la gloriosa batalla de San Marcial, del 31 de agosto de 1813, cuando las tropas hispanas apoyadas por el Duque de Wellington, derrotaron al invasor napoleónico en la cruenta Guerra de Independencia. Pero, además de guerreros valientes y mineros dedicados, los hijos de Irun son expertos cultivadores de frutos y productores de bebidas típicas: la sagardoa, una sidra de sabor ligeramente ácido y el txacoli, un vino blanco que jamás falta en una buena comida.
Lorenzo trajo sus dos saberes ancestrales. Como trabajar era el destino, se puso a picar piedra en las canteras del Cerro Carmelo, mientras plantaba vides. Con el paso de los años, casi todos los hijos de la familia Irurtia Etchenique se dedicaron al viñedo y a la pequeña bodega: Miguel, Antonio, Carmelo, Natalia y Francisca. En honor a una memoria apasionada y laboriosa, sus descendientes conservan todavía la madera de los palos de las dos primeras hectáreas propias de 1928.
Los tiempos difíciles llegaron a principios de la década de 1950. En ese momento, padres y tíos cedieron la responsabilidad de la empresa al hijo mayor de Antonio Irurtia Etchenique, un joven estudiante, casi ingeniero químico. Dante Irurtia fue a una escuela rural, con una sola maestra, y para ir al liceo se tomaba un ómnibus a las cinco de la mañana, estudiaba en los bancos de la plaza de Carmelo y volvía de noche a su casa. De muchacho, ya en Montevideo, debió trabajar para mantenerse mientras cursaba la Facultad de Química. Toda una definición de su personalidad.
En 1953 asumió la dirección de la pequeña empresa familiar. Para él fue recuperar un amor eterno con las viñas y las uvas, que había nacido en la niñez. Una relación permanente, genéticamente concebida, que se mantiene luego de 55 vendimias.
Visionario, viajero, investigador, innovador de la viticultura nacional con sus amigos, Quico Faraut, los Passadore y los Carrau. Por entonces eran muchos los que decían que estaba “loco” porque traía aquellas variedades europeas de selección clonal. Eran tiempos cuando la palabra “reconversión” todavía no existía y exportar vinos era una quimera. También fue pionero de los viñedos en lyra, creados por el enólogo y ecofisiólogo Alain Carbonneau. En los últimos años de la década de 1970, los más encumbrados técnicos europeos decían que “los mejores viñedos de Francia estaban en Carmelo”.
En 1988 recibió la Orden al Mérito Agrícola del gobierno francés, por su aporte a la innovación de las técnicas de elaboración vitivinícola. Fue de los primeros en implantar los cepages, en la selección de los sitios para implantar viñedos, en los sistemas de conducción para el mejor aprovechamiento de la luz solar y mejor aireación del follaje y los racimos, en la utilización de porta injertos.
La cuarta generación está liderada por Carlos, enólogo y director general, Marcelo, ingeniero agrónomo, y Liliana en el área comercial. La bodega cuenta con modernos equipos de frío, filtros, toneles de roble, cavas. Los últimos avances de la tecnología se entienden con la tradición artesanal.
Dante Irurtia participó en los grupos CREA, en el Centro de Bodegueros, en la elaboración del proyecto de ley que creó al INAVI, en la formación de varias cámaras exportadoras. A sus casi 80 años aún cree en el trabajo familiar desde la implantación y cuidado de la planta hasta la elaboración, porque el vino es el producto natural de la uva. El reconocido vitivinicultor ha recibido premios en todo el mundo, desde la primera medalla de oro que sus vinos consiguieron en Sofia, la capital de Bulgaria, en un lejano 1966.
Dante Irurtia es un personaje singular. Además de todas las variedades imaginables en sus extensos viñedos, también plantó cinco hijos y siete nietos. Para el líder de la moderna vitivinicultura uruguaya, lo más importante no es la próxima cosecha, ni los próximos vinos. Siempre mira más allá. Como su abuelo, el persistente vasco Lorenzo, sueña con las futuras cepas que plantará en los próximos decenios. Porque lo esencial, también en la viña, es invisible a los ojos.
DECRETO Nº 043/2012
LA JUNTA DEPARTAMENTAL DE COLONIA
DECRETA:
Artículo 1º. DESIGNAR con el nombre de Ing. Químico DANTE IRURTIA al tramo que comprende la continuación de la Avenida Paraguay de la ciudad de Carmelo, desde la calle Leandro Gómez hasta el camino que pasa por la Seccional 10ª, con una longitud total de 1600 mts..
Artículo 2º. Dar cuenta e insertar en el Registro Informático de la Junta Departamental.
Sala de Sesiones de la Junta Departamental de Colonia a los cinco días del mes de octubre de dos mil doce.
Prof. JOSÉ LUIS GONZÁLEZ, Presidente.
NELSON OYOLA, Secretario General.
Publicado Diario Oficial Nº 28.584 de 29/10/2012