Colonia, 6 de junio de 1950.
 
Señor Presidente de la Junta Departamental
Don Ricardo Rufener
Presente.
 
Adjunto remito a la consideración de la Corporación de su digna presidencia, el adjunto proyecto de decreto, por el cual el Municipio de Colonia, rinde merecido homenaje a uno de los hijos ilustres del Departamento, desaparecido en plena juventud, cuando el país y fundamentalmente la ciencia nacional, mucho podían esperar de su reconocida hombría de bien, de su dedicación por mitigar el dolor de los que sufren, de su constante superación en el campo de la medicina quirúrgica, en el que había adquirido ya justa fama, que rebasaba los límites de la tierra natal, para situarlo entre los privilegiados que en América consagran su vida a tan difícil especialidad. Innecesario es, dicho lo que precede, manifestar que me refiero a la personalidad del Profesor Emilio Andreón. Muchas veces, habrán llegado a esa Corporación los mensajes del Departamento Ejecutivo solicitando autorización para designar con el nombre de alguna persona a una calle, avenida o plaza pública de nuestras ciudades, pueblos o villas; pero nunca, posiblemente, ese pedido de autorización para rendir un homenaje, ha tenido o tendrá en lo sucesivo, la formidable fuerza moral que propicia el presente. Porque si rendir homenaje a quien ya ha dejado de ser en el mundo terrenal, para sobrevivir en el recuerdo imperecedero en el espíritu popular significa exponer la vida del que fue, al mismo tiempo que de aliento y esperanza; sí significa señalar a la consideración de los demás la trayectoria luminosa de una vida en constante lucha de superación, de iniciación en extremo modesta, pero firmemente orientada hacia la consecución de los fines idealistas que la animaron, debemos llegar a la conclusión de que pocas veces habremos procedido inspirados por el espíritu de hacer justiciero reconocimiento de virtudes como es este caso, que debe ser especialmente señalado a la juventud del Departamento, -en especial a la juventud de Colonia Valdense-, como también para las generaciones que habrán de sucedernos. Podríamos definir al Dr. Andreón, diciendo dos palabras solamente: tuvo una vida ejemplar; fue un caballero del ideal: Vivió para la humana solidaridad. Porque Andreón fue todo eso, que se sintetiza en contadas palabras. No solamente en cuanto se refiere a su persona como valor científico, sino en lo que tiene relación con todas las etapas de su vida; como niño; como estudiante; como hijo: como padre, como esposo, como médico y como hombre. Fue grande y fue modesto. Solo se distinguía de los demás por el talento y la virtud. Vivió su vida permanente por la conquista de los ideales superiores que inspiraban su conducta, estudiando permanentemente para obtener una mayor capacitación científica que le permitiera prodigarse cada vez más y más, en el cumplimiento de su noble apostolado profesional, dándose por entero a sus inclinaciones por la solidaridad entre los humanos. Jamás buscó obtener satisfacciones personales en el orden material, sino el poder asistir cada vez mayor eficiencia a quienes buscaban en su ciencia los recursos necesarios para mitigar sus dolores físicos; y al acudir en ayuda de sus pacientes, lo hizo no siempre para curar el organismo afectado, sino que brindaba a manos llenas su espontánea solidaridad al enfermo, dándole además el lenitivo que mitigara también el sufrimiento moral, el dolor del alma. Y el permio de tantos desvelos, la recompensa de sus sacrificios era para él, únicamente, el haber reconquistado la salud del enfermo; para sí, que había ayudado a un semejante. Todo eso constituía para Andreón la mejor retribución de sus servicios profesionales, que en su época muy pocos hombres pudieron prestar con tanta eficiencia como lo hacía él. Fue uno de esos hombres que hicieron de la amistad un culto; que prodigó el bien a manos llenas y que realizó su obra de amor al prójimo, pacientemente, silenciosamente, sin ostentaciones, pero eficientemente. Si algo puede inspirar el sentido de este homenaje, es preciso buscarlo en la vida muchas veces ejemplar de Emilio Andreón; y el Municipio, al rendirle este pequeño homenaje que me honro en propiciar, no hace más que cumplir con un acto de estricta justicia hacia quien consagró su existencia para engrandecer el acervo intelectual y científico de su solar natal. Dejo asó fundado el proyecto que remito adjunto a la ilustrada consideración de los señores Ediles. Pero quiero agregar algo más. Se ha constituido un Comité Popular de Homenaje al doctor Emilio Andreón, integrado por eminentes y prestigiosas figuras de la ciencia y de la intelectualidad del país, como podrá apreciarse en el folleto que adjunto por vía ilustrativa al presente mensaje y folleto. Entre los cometidos de ese Comité, figura el erigir un monumento artístico que perpetúe la memoria de Andreón en un lugar destacado de la Colonia Valdense. Días pasados, tuve oportunidad de visitar con miembros de ese Comité los lugares en que podría emplazarse dicho monumento, cuya construcción está ya en vías de ejecución, habiéndose determinado que el mismo se emplace en la faja de terreno contigua a la Carretera Nacional (Ruta Nº 1) y su intersección con la carretera “Daniel Armand Ugón”, frente a la propiedad del Sr. Daniel Talmón (parador Colonia Valdense) en plena zona suburbana de Colonia Valdense y contiguo al tramo de carretera cuyo nombre propicio designar en el adjunto proyecto. Saludo al Señor Presidente muy atte., ESTEBAN ROSTAGNOL BEIN, Intendente Municipal – ALDO RUSSO, Secretario General.
 
LA JUNTA DEPARTAMENTAL DE COLONIA
ACUERDA Y DECRETA:
 
Artículo 1º. DESÍGNASE con el nombre de Profesor Dr. EMILIO ANDREÓN, al tramo de la Carretera Montevideo-Colonia, que atraviesa la planta suburbana de Colonia Valdense.
Artículo 2º. Comuníquese e insértese en el Libro de Decretos de la Junta Departamental.
 
SALA DE SESIONES de la Junta Departamental de Colonia a trece de julio de mil novecientos cincuenta.
 
RICARDO RUFENER, Presidente.
 
FRANCISCO LEGUISAMO, Secretario General.
 

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